25 abr 2009

Despertar eterno

Últimamente andaba poco inspirado, por H o por B nada venía a la mente de este perturbado friki. Ni poesia, ni relatos cortos ni los guiones que tengo en proyecto.
Pero la inspiración ha vuelto de sus vacaciones cuando me dieron el segundo premio de un concurso literario al cual me presenté con un cuento llamado ''despertar eterno'' Como premio, 35 euritos, que me salva de algunos apuros. El relato está basado en uno de los castigos creados por Morfeo, el eterno de la saga ''the sandman''

Pues os dejo por aquí el relato, espero que os mole.

Desperté. A pesar de que ya tenía diecisiete años había vuelto a mojar la cama. Me maldije por dentro y me levanté, acosado de nuevo por las pesadillas y me dispuse a encender la luz. Mis pupilas se dilataron y tuve que taparme el rostro y, al incorporarme, apollarme en la pared para no caer.
Salí de la habitación para buscar la ropa de cama nueva cuando vi la luz de la cocina encendida. ''¿Quén estará levantado a esas horas?'' pensé mientras avancé por el pasillo, dirección al lugar donde parecía haber una sombra.
-¿mamá?-dije mientras entraba por la puerta, rascándome la cabeza-- oye ¿podrías darme...?-la pregunta se quedó en el aire y fue acompañado por un grito, al ver a mi madre colgada de una cuerda dando leves vueltas en círculo. Cuando sus ojos se posaron en mi, desorbitados, grité a un más fuerte, llevándome las manos a la cabeza, entonces...

Desperté, tosiendo levemente y agarrándome la garganta. Las pesadillas habían vuelto a acosarme. Me levanté comprovando antes si me habia meado en la cama. Por suerte no fue así. Encendí la luz y me estiré haciendo crujir mis huesos de la espalda mientras me ponía una camisa y me acercaba a la puerta. Cuando la abrí vi que alguien estaba en la casa a oscuras, ya que oí ruidos en el salón. Agarré mi bate de beisbol de cuando jugaba en el instituto y lo aferré con fuerza, deslizándome por la pared del pasillo. Cuando llegué a la sala encendí la luz y levanté el bate, pero lo que vi me paralizó. Lo que parecía un hombre mutante estaba comiéndose a mi propia madre, mientras parecía violarla a pesar de que ya no estaba con vida. Posé lentamente mi vista en el otro ser que estaba abusando de mi hermana, esta si, desgraciadamente para ella, viva. No parecía poder hablar, pero sus ojos denotaban terror y parecía intentar decirme, con su mirada partida, que la ayudara. Pero mi cuerpo no reaccionó. Las extrañas criaturas se giraron hacia mi y me gritaron, o más bien rugieron, mientras se lanzaban contra mi. Noté sus mordiscos, sus tirones, mis huesos ceder ante sus fuertes apretones, pero no podía gritar. Cuando creía todo perdido...

Desperté mientras agitaba levemente los brazos intentando apartar a algo que no existía. Jadeé al darme cuenta de que solo era un sueño.Sonreí y encendí la luz. Nada, solo mi cuarto, como lo dejé anoche, con la pantalla del ordenador apagada pero la máquina encendida. Me levanté y me dirijí a la cocina. Encendí todas las luces posibles sin importarme lo más mínimo el que mi familia estuviera durmiendo, ya que mis nervios seguían alterados.
Llegué a la cocina y cojí un baso,con la piel de gallina. Acto seguido lo llené de agua casi hasta el borde. Miré el recipiente y me lo acerqué a mis labios, bebiendo un poco y cerrando los ojos, procurando disfrutar lo más posible del líquido. Noté que estaba demasiado espeso y sabía demasiado a metal. Al abrir los ojos y apartar el baso, una arcada salió de mi garganta. Era sangre lo que me estaba bebiendo. Dejé caer la taza al suelo y me aparté a tiempo para que los cristales no me cortaran, esparcidos ahora por el suelo junto a la sangre.
Corrí como alma que lleva el diablo, gritando hacia el cuarto de mi madre y encendiendo la luz de la habitación hablé, tartamudeando sin poder evitarlo.
-mamá, hay san...- eso debía de ser una pesadilla. Mi madre estaba tumbada en la cama con varias inyecciones en su cuerpo, inyecciones que comunicaban a unos tubos que drenaban su sangre y los dejaban caer en baldes. Una mujer, sentada en una silla cerca de ella me miró y sonrió.
-¿No está al gusto del señor la bebida favorita de la casa?- entonces fue mi madre la que habló con total claridad, mirándome.
-Hijo, no me digas que has vuelto a desperdiciar la sangre...maldito desagradecido- me gritó y se levantó, aun con los tubos drenándole la sangre y dirigiéndose hacia mi. Caí al suelo y gateé aterrado, mientras me encontraba a mi hermana en su cama, con la misma pinta, desnuda, y la sangre callendo. Me miraba con claridad mientras otra mujer desconocida le leía algo.
-¿Qué pasa hermanito, no te gusta la sangre ahora o qué?- Volví a gritar para que derrepente...

Desperté tosiendo con pesadez. Otro sueño. Maldije para mi mismo mientras me incorporaba echando las sábanas hacia un lado e incorporándome, tosiendo otra vez. Me dirijí al baño mientras me rascaba el trasero.
Encendí la luz del baño y me miré al espejo. Volví a toser y abrí uno de los muebles, sacando unas pastillas para poder dormir. Cerré la puertecita para volver a mirarme de nuevo, con cansancio, cansancio que se reflejaba en las enormes ojeras que tenía. Tosí inevitablemente sin poder decir otra cosa que:
-joder...- me tomé dos de las pastillas con algo de agua del grifo y tosí, tosí, tosí como si me hubiera tragado tres kilos de polvo. Me aferré al labamanos y escupí, tosiendo. Otra vez, y otra, y otra, sin poder parar vomité y vi, con pudor, que estaba escupiendo cucarachas. Volví a vomitar por el asco y el jugo de lo que parecía mi cena junto a esos asquerosos insectos. No podía parar de vomitar, notando como me desidrataba poco a poco. El labamanos se desbordo y el vómito, junto a las cucarachas, calleron al suelo, manchando mis pies.Podía notar perféctamente las cucarachas subir por mis piernas, colándose por mis pantalones. De pronto...

Desperté. Otra pesadilla. Me levanté y miré a mi alrededor, encendiendo la luz, asegurándome de que estaba despierto, pellizcandome un par de veces bien fuerte en mis brazos. Sonreí al comprobar que sí estaba despierto.
-un baso de agua me calmará un poco.- Me dije, saliendo de mi cuarto en dirección a la cocina.
Sin saber por qué, una parte de mi subconsciente me dijo que eso ya lo había vivido, como si estuviera dentro de otra pesadilla y que iva a despertar en cualquier momento por alguna escena asquerosa o terrorífica. Me quité ese pensamiento de la cabeza, riendo.
- Si claro, un sueño dentro de otro, y que más- Me burlé de mi mismo y me serví algo de agua, bebiendo, mientras creí oir algo en el pasillo, como si alguien avanzara por él a esas horas de la noche.
-¿Mamá?

Saludos mutandes desde Genosha

1 comentario:

Anónimo dijo...

Está bastante bien el cuento y es bastante descriptivo (cosa que no se suele ver en los escritos que últimamente suelo leer) aunque tiene unas pocas pegas, que cometes algunas faltas de ortografías y alguna que otra oración extraña. Aún así, felicidades por esos 35 euros. Tal vez si no hubieras cometido algunos fallos tontos, podrías haber quedado más arriba.